#CineCentenarioRevoluciónRusa Octubre
Iósif Stalin le
hizo al cineasta Sergei Eisenstein una oferta que no pudo rechazar. El Comité
Aniversario de la Revolución de Octubre le informó al ya célebre cineasta que
sería suyo el honor de dirigir una cinta que conmemorase los diez años de la llegada
del bolchevismo al poder. Octubre (1928,
Eisenstein y Aleksandrov) cuenta el periodo desde la Revolución de febrero de
1917 hasta la toma del Palacio de Invierno en noviembre del mismo año.
El primer
problema fue que para entonces Eisenstein había establecido, mucho antes que sus
admiradores naturales franceses de la Nueva Ola, la personalidad suficiente en
su montaje como para hablar de autoría en referencia a su muy breve
filmografía, aun cuando el concepto no existiese como tal. Uno de cuyo rasgos
era el personaje del hombre-masa, el hombre-colectivo. Hasta que Stalin muy
dulcemente le ordenó incluir la aparición de un individuo: Vladimir Lenin. No
se trataba solo de forzar su estilo, sino también de quién estaría dispuesto a
escoger al intérprete del recién fallecido asesino bolchevique. Ya grandes
personalidades como el poeta Maiakovski habían declarado su reacción a la idea
de que alguien, cualquiera, interpretase al pequeño Vladimir: “vomitaría
huevos”. El obrero Vasili Nikandrov, fue quien interpretó a Lenin en esta cinta
y en Moscú en Octubre (1927, Boris
Barnet). Para tranquilidad de Eisenstein se trató, menos mal, de alguien que no
había actuado en su vida.
Se inició el
rodaje en la próspera ciudad de Leningrado. Durante todo el verano y hasta bien
entrado el otoño se puso al Ejército Rojo a entera disposición de Eisenstein y
su codirector, Grigori Aleksandrov, así como el Palacio de Invierno y la Plaza
del Palacio. Esta última requirió mucha potencia para iluminarse, por lo cual
se dejó a oscuras, sin ningún inconveniente, al resto de la ciudad. No fue sino
hasta mediados del propio mes de octubre cuando se presentó el segundo
problema: el equipo seguía en rodaje cuando se había establecido ya que el
estreno de la cinta sería el día del aniversario de la revolución. Eisenstein
trabajaba día y noche hasta que cayó enfermo y fue obligado a guardar reposo.
El 8 de noviembre de 1927 el Teatro Bolshoi solo proyectó fragmentos
seleccionados de la película.
Tras el estreno
en marzo de 1928 surgiría el tercer problema. Intelectuales y críticos
realsocialistas, “ingenieros del alma” y demás epítetos pomposamente huecos,
encontrarían insoportable la cinta del gran cineasta soviético.
“Autoindulgente” y “difícil” son adjetivos registrados por historiadores y
periodistas con respecto a Octubre.
Si bien los hubo quienes la alabaron, al parecer fueron, en general, aquellos
que únicamente vieron los fragmentos proyectados en el Bolshoi.
Y sin embargo no
es, ni de cerca, el más interesante de los problemas. Cuando estas
personalidades del bolchevismo recordaron que debían prestarle atención a lo
que el espectador de a pie, el pueblo, el soberano, pensaría de la cinta,
organizaron una proyección en un club de trabajadores. Qué ansiedad. En
Caracas, casi cien años después, se anuncia en la noble y recientemente
profanada casa Rómulo Gallegos la proyección de un ciclo de cine ruso
conmemorativo del centenario de la Revolución de Octubre. Se podrá copiar
íntegro el reporte de T. Rokutov, quien asistió a ver Octubre en el mencionado club soviético, un
siglo después del otro lado del mundo. Una decena, tal vez más, de obreros
borrachos cuyos “muchos ronquidos” superaron con creces las patrióticas,
enardecidas melodías y consignas que acompañaron las películas.
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