(la libertad) Lejos de los hombres
La guerra de Argelia se inicia en
momentos en los que los argelinos, luego de colaborar para liberar a Francia al
final de la Segunda Guerra Mundial –con ayuda de una mayoría de españoles, no franceses, como
dejan ver el nobel Patrick Modiano y el director Louis Malle–, sintieron una
suerte de llamado independentista. A partir de 1954, españoles y franceses
habitantes de Argelia, colonia francesa desde el siglo XIX, se vieron en la
necesidad de huir o de unirse a la llamada OAS, la Organización del Ejército
Secreto, antiindependentista, de origen madrileño y apoyo franquista, mientras
el Frente de Liberación Nacional llevaba a cabo sus alzamientos y la guerra
sucedía una vez más. Daru (Viggo Mortensen, excelente), hijo de andaluces,
maestro de escuela en Argelia en estos años, protagoniza Lejos de los hombres (Loin
des hommes, 2014) segundo largometraje del director francés David Oelhoffen.
Daru enseña a niños a leer en
francés, también historia y geografía, en una pequeña escuela cerca de las
montañas Atlas, al norte del territorio. Un día recibe una encomienda. Debe
llevar a Mohamed (Reda Kateb, un buen equilibrio para Mortensen), un hombre
árabe acusado de asesinar a su primo, a un pueblo cercano donde la justicia
francesa lo juzgará y con seguridad ejecutará. Como en el viaje del héroe, Daru
rechaza el llamado a la aventura, arguyendo que no llevará a un hombre a su
muerte. Sin embargo el prisionero insiste en que debe llevarlo, y tras la
violenta visita de unos hombres que dicen venir del pueblo de Mohamed y quieren
la venganza de la sangre, Daru decide llevar a cabo lo que se le ha pedido.
Inicia entonces un viaje por los paisajes áridos del desierto rocoso y las
montañas argelinas, narrado en planos generales amplísimos acompañados por el
sonido de las pisadas en las piedras que se desplazan y levantan el polvo. De
alguna manera tratarán de encontrar ambos la libertad, Mohamed, por lo que ha
hecho y sus razones por querer ser entregado únicamente a los franceses, y
Daru, por saberse en la mira de ambos bandos. Los franceses lo necesitan
cumpliendo órdenes, como la de entregar al prisionero, y pareciesen hacerse la
vista gorda con que sus alumnos son árabes. Los argelinos independentistas
quieren que se una a su lucha, pues Daru fue soldado, (comandante de hecho, nada
que ver con el que escriben por ahí con mayúscula) pero Daru insiste en que no
pensó que vería de nuevo la guerra. Y no quiere volver a ser parte de ella.
La realidad profunda del western
El mito como representación de
una realidad de significado universal está contenido en el género más antiguo
del cine. El western no solo narra historias universales sino que lo hace con
personajes heroicos, contando con frecuencia el origen del mundo o algún gran
acontecimiento de la humanidad. El teórico y crítico de cine André Bazin habla
del mito como la realidad profunda del western, debajo de los aspectos formales
como la iconografía o la puesta en escena. Lejos
de los hombres es un western por forma –revólveres, rifles, hombres a
caballo, desierto, polvo, prostitutas, dos bandos enfrentados– y por fondo. El
mito de la lucha por la tierra, por las fronteras, y sobre todo, por la
justicia.
En una escena intimista en la que
ambos protagonistas se encuentran frente al fuego –también mitológico– Mohamed
le revela a Daru la razón por la que su muerte debe necesariamente ser a manos
de los franceses. El que la justicia occidental se encargue de su destino es la
última protección que Mohamed puede traspasar a su familia, quienes se verán
obligados a matar por ley de sangre si Mohamed muere a manos de los árabes. La justicia de la Francia colonizadora es refugio y amparo para este prisionero. Mas Daru
insistirá en que la libertad, como la vida para Milan Kundera, está en otra parte.
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