Muestra de cine latinoamericano 2014





Relatos salvajes (Damián Szifrón, 2013, Argentina-España)


Los seis relatos que componen esta comedia negra bien podrían encontrarse en nuestra prensa diaria, y por eso, por más comedia que sea, algunas risas en la sala de cine se me han hecho incomprensibles. Todos los personajes se encuentran en conflicto de inmediato, involucrados en los primeros instantes de haberse iniciado la historia en situaciones extremas, donde se enfrentarán o convertirán en una amenaza que detona por la frustración, la ira, la maldad, los instintos más rastreros de venganza y necesidad de hacer daño, de destruir, aplastar, herir, humillar, hacer sufrir al otro. Estos detonantes están muy cerca, son superficiales, epidérmicos. Y su materia prima está en todas partes: un simple conocido, la persona con quien planeas pasar el resto de tu vida, un completo extraño, la ley, o la burocracia. No tenemos idea de cómo somos capaces de responder ante estas situaciones límite, cuando el control y la cordura nos abandonan y solo quedan las ganas  de satisfacer una necesidad primitiva de aniquilamiento y destrucción. Szifrón sí sabe: (nos lo anuncia maravillosamente desde los créditos) como animales salvajes.        
      


Gloria (Sebastián Lelio, 2013, Chile-España)

Gloria es una mujer común. Tiene cincuenta y tantos años, es divorciada y vive en Santiago. Va al trabajo, visita a sus hijos, critica sus decisiones. Canta en el carro. Sale a bailar algunas noches. Se arregla y seduce a quienes parecen ser amables. Se deja llevar a cenar, al cine. Pero solo comienza una relación seria con un hombre que cree puede hacerla feliz. Gloria es espontánea, divertida, llena de vida, apasionada. Confía, ríe, perdona, da segundas oportunidades. Gloria protagoniza una tragicomedia maravillosa sobre la voluntad de seguir adelante sin importar los desencantos. Lleva la mala fortuna con algo de humor, sin embargo pareciese entramparse. Es como si quisiera estar dispuesta a volver a intentarlo todo de nuevo, pero la sensación que da es la de una mujer a compadecer. Sé que podrá seguir como siempre, entre buenas y malas, se equivocará unas veces, acertará otras, como todos nosotros. Pero ese final, ese baile alucinante donde canta su propio nombre, resulta un tanto patético, incómodo, como si el director hubiese querido que su protagonista fuese digna de lástima en ese momento, luego de presentarla durante toda la trama como una mujer con agallas. Ese final me dio vergüenza, y Gloria no se lo merece.





La jaula de oro (Diego Quemada-Diez, 2013, México-España)


Sara, Juan y Chauk deciden cruzar México entero a bordo de “la bestia”, el tren que atraviesa todo el territorio y la única opción de transporte para este trío de adolescentes que quiere cumplir el sueño americano. Parten desde Guatemala sin tener conciencia de que hay peligros que no podrán sortear. Que ese cruce de fronteras hasta la tierra de los libres y valientes significa que uno o todos pueden ser entregados a ladrones, traficantes o asesinos. Que la muerte está acechando todo el tiempo. Esos muchachos saben, como nosotros, que la muerte acecha también en sus casas y calles. Con juventud, coraje e inocencia se lanzan en ese viaje con todo el dinero que tienen, que es nada, solo por la remota posibilidad de llegar a los Estados Unidos y trabajar, en lo que sea. Los paisajes del desierto mexicano acompañan a los tres personajes que aprenderán a cuidarse entre ellos y a sacrificar lo que sea necesario para seguir adelante. Quemada-Diez dirige a estos actores sin experiencia para un producto lleno de naturalidad y empatía. Una suerte de lección moral enmarcada en la crisis migratoria.

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