Nuestra hermana pequeña
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Hirokazu
Koreeda dirige Nuestra hermana pequeña
(2015), un nuevo drama familiar. Después de Milagro
(2011) y De tal padre, tal hijo (2013),
el director japonés deja ver un aspecto más de los quiebres familiares en su
país, aquel de la familia que deja atrás un padre al abandonar o morir y una
madre al huir. En este caso son dos las familias, y están por conocerse. Sachi,
Yoshi, y Chika son hermanas que, luego de haberse ido su madre al enterarse de
que su marido la dejaría por otra mujer, se han quedado a vivir juntas en una
casa antigua y tradicional japonesa enorme, ubicada entre las plantas en una
colina, y que pertenece a la familia materna. El padre y su nueva mujer
tuvieron una hija, Suzu, media hermana menor del trío anterior.
La
película inicia con el funeral del padre. Las tres hermanas mayores asistirán y
conocerán a su media hermana, a quien invitarán a vivir con ellas. La joven Suzu
acepta sin mayor inconveniente y es cuando realmente comienza la historia que
Koreeda quiere relatarnos. Cómo convivir con la chica nueva, cómo se adaptará
ella a la nueva ciudad, a sus hermanas. Qué será de la casa. Quién se ha asumido
la figura de autoridad en ella, quién de sus múltiples conocidos representa la
figura materna lejos de su propia madre, y las relaciones con los personajes
masculinos, que si bien están allí y son importantes, resultan sin duda secundarios
en aquel mundo femenino –“¿no crees que las chicas debemos tener nuestros
propios secretos?”– pregunta la cocinera del restaurante que frecuentan las
hermanas.
Las
escenas son calmas y la cámara observa sin obstaculizar ni intervenir. No hay
lugar para grandes dramas ni tragedias, en los que los personajes se gritan y
lloran y tiran las puertas. Tampoco hay contención. Solo una suerte de
transcurso estable de las emociones, sin que esto signifique que su intensidad
sea poca. Las peleas entre hermanas suceden con naturalidad y espontaneidad,
pero nunca hay crueldad ni irrespeto. Las rabietas y tristezas lo son sin
desboques ni tensiones por explotar. El verano transcurre con tranquilidad y
luz blanca, entre los cerezos, la montaña y la costa.
Y la
comida. Una de las líneas narrativas más importantes es la preparación y el
disfrute a la mesa de la comida. La primera escena juntas, Sachi, Yoshi y Chika
desayunan en casa, y comentan la suavidad de la sazón de Sachi al condimentar el
tsukemono.
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La
cama de encurtido, una base líquida en la cocina japonesa para la preparación
de tsukemono (o vegetales encurtidos)
hecha con sal, vinagre o soya, si preparado y preservado correctamente, puede
durar años en la despensa y ser usado tantas veces se desee para hacer las
conservas. Si se hace
bien, no tiene por qué ser elaborada nunca más. La cama de encurtidos para el
tsukemono debe cuidarse como a un ser vivo, y así durará mucho tiempo.
El
umeshu es un licor claro hecho a base de ciruelas japonesas, o ume. Se hace macerando
las ciruelas aún verdes en alcohol y azúcar, y tiene un sabor dulce y agrio.
Los japoneses lo toman sobre todo en el verano. En Nuestra hermana pequeña, es sinónimo de tradición: lo preparaba la
abuela de las hermanas, y fue quien las enseñó a hacerlo. Conservan un poco de
la tanda hecha por la abuela, ya con un año de maceración. La cerveza es la otra
bebida muy presente en la historia.
El
estilo de cocina japonesa hogareña tradicional implica muchos caldos, de miso,
pescado, o carne; arroz blanco esponjoso al vapor, a veces bañado con té verde
caliente; fideos ramen, soba, udon o yakisoba, aromatizados con jengibre y
chile, acompañados de trozos de pescado o de cerdo fritos o asados, cebollines,
hongos shiitake y algas nori secas. Nunca falta el tsukemono, sean pepinos,
zanahorias u hongos, y un poco de té, café o cerveza para acompañar. En Nuestra hermana pequeña están todos
estos platos, además de un curry hindú espeso y suculento con carne y
zanahorias que prepara Chika para Suzu (otra receta de la abuela), y uno que
resulta determinante dentro de la trama, las sardinas fritas sobre una rebanada
tibia de pan. Un matrimonio amigo de las hermanas atiende un pequeño local que
ofrece pescado asado y frito y donde las chicas son atendidas como familia. Como
una evocación, cada vez
que preparan la comida o comen, se termina hablando de la familia.
3
En esa
casa es tan especial recibir a Suzu como esperar el verano para recoger las
ciruelas y hacer umeshu, como el reunirse para beberlo en las rocas cuando
quieren relajarse y hablar con soltura sobre su padre y madre. En una de las
escenas más conmovedoras de la película, Sachi y Suzu preparan la cena en casa
(algo con mariscos, cebollas y almejas). Sachi le confiesa a Suzu que es la
primera y última receta que le enseñó su madre y que, “usa mariscos porque no
toman tanto tiempo en cocinarse como la carne”, algo que a su madre le convenía
pues no le gustaba cocinar. Al mismo tiempo, pasa la receta de manos a su
hermana pequeña, quien solo
conoce la receta preferida de su padre porque es la suya también. Entre culpas,
reconciliaciones y perdón, las mujeres de esta familia van alejándose de los
errores del pasado. Después de esta escena calma y ceremonial, ambas hermanas
caminarán por la montaña en una de las escenas fundamentales de la película,
para ser honestas consigo mismas y plantarse frente al abandono y la mala toma
de decisiones de sus padres (y de toda esa generación). Así, la generación de Sachi
se rehúsa a cometer los mismos errores que sus padres luego de habérsele
presentado la oportunidad de cometerlos, y fija el ejemplo para la de Suzu.
Koreeda
es un optimista. Uno con gran sentido de aquello tradicional que debe
mantenerse porque es la identidad de un país, y de aquello que es preferible
dejar atrás. De cómo Japón debería empezar a construirse desde la toma de
buenas decisiones, aquellas que mantengan a la familia unida cuando esta lo
valga. Como si quisiera decir que para evitar más quiebres, la familia deba
tomar hacia sí misma la actitud espiritual que asume ante la comida. Nuestra hermana pequeña es un drama
hermoso, divertido y delicado sobre el amor y el respeto a los seres queridos y
a los alimentos, al parecer, ambos equivalentes para Koreeda.
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