#FilMadrid Haghighi y el ornitorrinco
La historia de los géneros
cinematográficos tiene su etapa posmoderna, como la tiene la historia del arte
y del pensamiento. A escala pequeña corresponde la hibridación de los géneros,
luego de haberse presentado en sus etapas experimental y clásica –y otras,
dependiendo del autor que se consulte–. El resultado es lo de siempre:
pastiches, mezclas; criaturas de siete brazos y tres ojos. Y es que frente a A
Dragon Arrives! no se está ante Melinda y Melinda, esa combinación de
drama-comedia pensada para establecer una línea clara que divida los dos
géneros; tampoco ante Cowboys vs Alien, una mezcla homogénea que probó su éxito
en la serie Westworld. En efecto, ha llegado un dragón: la película de Mani
Haghighi combina los géneros más inesperados en una cinta que apenas parece
poder contenerlos.
La trama aparenta sencillez,
puesto que siempre se parece tener un solo objetivo: en Irán, año 1965, el
joven y apuesto detective Babak Hafizi debe resolver un caso. Para hacerlo, se
toma un camino principal que lo dirige al Golfo Pérsico, un camino que
involucra a su superior y otros personajes extemporáneos que están dispuestos a
prestarle ayuda. Lo que ocurre alrededor de estas situaciones, la entrada y
salida de estos personajes de todos los “lugares fuera de lugar”, hacen de la
cinta una experiencia que vale ser apreciada por su rareza, como si se
estuviese ante vida extraterrestre. Un barco varado en la mitad de un océano de
arena; un equipo de técnicos de sonido que revisa la edición de una cinta iraní
en blanco y negro y crea ambiente en el paisaje desértico westerniano con el
audio de una tormenta; la inserción de fragmentos filmados como entrevistas de
un documental (que incluyen a Haghighi, quien también es actor) y escenas en
las cuales se pierde definitivamente la coherencia diegética en un salto al
cine fantástico. Las alegorías, políticas o de cualquier otra índole, si las
hubiere, pueden ser inalcanzables para todos los no iraníes. En ese sentido A
Dragon Arrives! es hermética, no como cintas anteriores, aunque conserve mucho
del humor de estas y una fotografía vibrante y de alto contraste.
Haghighi ha trabajado con el
laureado Asghar Farhadi y ha realizado una película a partir de una historia de
Abbas Kiarostami. Su cine no se parece al de ninguno de los dos. Tal vez su
intención de hacer alegorías lo acerque más al cine de denuncia de Panahi (en
Men at Work, dos hombres intentan sin éxito tumbar una roca que parecía fácil
de derribar). Puede que tenga un poco de cada uno, como esta cinta donde los
movimientos de cámara y paisajes del western se combinan con una trama de cine
negro y thriller, ocasionalmente interrumpida por lenguaje propio del
documental o la fantasía. La ferocidad de esta criatura, serpiente con alas y
garras, está en el coraje de Haghighi por haberla llevado a cabo sin perder ni
un poco de su sentido del humor.
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