Ida
Desde su creación en 2005 el
Instituto Polaco de Artes Cinematográficas (PISF) ha dado muy buenos resultados
para la cinematografía polaca, pues no ha dejado de participar y ser reconocida
en festivales internacionales. El PISF y el Instituto Polaco de Cultura han
llevado a España una muestra de cine polaco contemporáneo con las propuestas
más interesantes de directores nuevos y consagrados. También ha llegado a Perú
y otros países latinoamericanos en las últimas tres décadas. La laureada Ida (2013, Pawel Pawlikowski) fue
premiada en Toronto, Londres, Gijón y en los Premios de Cine Europeo y los
premios de la Academia en la muy reñida categoría de Mejor película extranjera,
prevaleciendo sobre la georgiana Mandarinas,
la rusa Leviatán, la africana Timbuktú y la argentina Relatos salvajes. Este año Pawlikowski
regresa a las carteleras y al Festival de Cannes con Cold War (2018), una de las favoritas y la ganadora probable del
certamen.
Ida está filmada en formato casi cuadrado: el objeto de la mirada
está siempre ubicado en los dos cuadrantes inferiores, izquierda o derecha.
Como si Pawlikowski quisiera todo ese aire sobre los actores porque la realidad
los aplasta, resignándolos al menor espacio posible, o porque a pesar de su camino
en la fe católica la protagonista (o su familia) no esté ni vaya a estar nunca
cerca de Dios. El blanco y negro, como dice Roger Ebert, lleva al ojo al
disfrute de la belleza de las imágenes con algo de distancia dramática y
contemplativa, y la iluminación parece asemejar algunas pinturas de Vermeer.
La joven Anna (Agata
Trzebuchowska) está por tomar sus votos para hacerse monja pero es persuadida
por sus futuras hermanas para que antes conozca a una pariente, la única viva
conocida, Wanda (Agata Kulesza), su tía. Corre el año 1962 en la Polonia
comunista, y ambas chicas empiezan un camino de autodescubrimiento de su
pasado: Anna se entera de que su nombre es en realidad Ida, y es judía, por lo
cual deberá afrontar la idea de abandonar la fe que le salvó del nazismo,
mientras que la vida de Wanda como abogada del régimen se descubre cada vez más
sombría.
La historia de Ida y Wanda es una
pausada, contenida, llena de revelaciones. Los conflictos de Wanda son tan
poderosos que puede reconocerse en ella el que tiene una sociedad entera con
respecto al nazismo. Y los de Ida, recientemente arrojada al mundo y sus
horrores, desembocan en una decisión que aparenta ser banal, y sin embargo se
trata de una muestra de lo que serían las generaciones por venir, sobre todo a
partir de Mayo del 68.
Ida es una película de enfrentamientos. Catolicismo y judaísmo,
nazismo y comunismo, edad madura y temprana, delaciones y guerra, perdón y
reconciliación. Su austeridad visual, su sobriedad y pureza recuerdan al cine
“desnudo” de Carl Dreyer. Realista en tanto no artificiosa ni ornamental, y
poética en su composición fotográfica, Ida
es una cinta sobre lo que significa sobrevivir al horror.
Comentarios
Publicar un comentario